Europa necesita el referéndum griego
Los detractores de la decisión de Papandreu opinan que pone en riesgo no solo la continuidad de la economía griega, sino incluso la mismísima zona euro. Y le afean el que haya adoptado unilateralmente esta medida cuando ya se había llegado a un acuerdo (por definición complejo) en las instancias europeas. Acuerdo que, para más señas, suponía importantes sacrificios para Francia y Alemania en la forma de quita parcial de la deuda.
Sin embargo, quizá nos estamos equivocando aquí de debate. Nadie discute la existencia de una grave crisis económica. Todos, salvo quizá los especuladores de turno, deseamos que la misma termine cuanto antes. Nadie desea ver a Grecia en la bancarrota (de nuevo, salvo quizá los sospechosos habituales).
No nos centremos, pues, en un falso debate del tipo "si no estás conmigo estás contra mí". No es eso lo que se debería discutir. Lo importante es que un líder político, ante unas medidas que van a afectar -y mucho- a la vida de sus ciudadanos, ha optado por preguntar a quienes más van a sufrir esas medidas si les parecen bien o no. Grecia, cuna de la democracia, no ha hecho sino lo que está en su tradición milenaria: consultar al pueblo.
Ante esto, da escalofríos que los políticos de toda Europa parezcan aterrorizarse por la idea de que uno de los suyos consulte al populacho. Y nosotros tan creídos de que vivíamos en una democracia...
Desde mi humilde punto de vista, un referéndum no solo no es perjudicial en ningún sistema democrático: es que debería ser lo habitual, sobre todo para temas de tanto calado. La idea de Papandreu debe ser apoyada. Europa necesita el referéndum griego, necesita ese ejemplo. Ojalá otros gobiernos europeos se atrevieran a emprender consultas parecidas; por ejemplo, antes de reformar una Constitución por la puerta de atrás como hicieron el PSOE y el PP en este país hace como quien dice cuatro días.
Ojalá en Europa hubiera una cultura política de preguntar al pueblo. Ojalá los sistemas de democracia directa fueran la regla general y no la excepción. Ojalá no fuera noticia que un jefe de gobierno impulse este tipo de consultas populares.
A quienes dicen que esto pone en peligro a toda la economía europea y que de este modo igual no se habría acordado la quita de la deuda griega, se les puede responder algo sencillo. Estas medidas de rescate también deberían haber sido sometidas a referéndum en toda la Unión, porque al fin y al cabo (y en esto sí tienen razón los detractores de Papandreu) seremos todos los europeos los que tengamos que cargar con las consecuencias del rescate.
Es decir, la solución no es demonizar el referéndum griego: la solución es que los políticos se acostumbren a preguntar antes de tomar decisiones unilaterales de tanta magnitud.
De todos modos, podemos imaginar la respuesta a este argumento. Es una respuesta clásica, manida y, a pesar de ello, carente de validez. Seguramente nos dirán: "Es que no se puede preguntar a la gente sobre estos temas técnicos. ¡La economía está en juego! Para estos temas la democracia no sirve".
Debo discrepar. Porque la culpa de esta crisis mundial no la tiene la democracia. La tienen esos intangibles, sacrosantos y misteriosos "mercados".
No fue un referéndum el que provocó la crisis mundial, fue la especulación económica. No fue una votación la que puso en circulación productos crediticios de dudosa calidad, sino los especuladores. Cuando las bolsas bajan, no es por culpa de consultas populares; muchas veces debemos agradecérselo a entidades privadas (y, por supuesto, con intereses directos en el tema) tales como Moody's, Standard & Poor's, etc. Cuando se anunció el referéndum de Papandreu, fueron los "mercados" los que decidieron que bajara la bolsa; no fue el pueblo griego.
Dicho de otro modo, han sido los "mercados" (y no la democracia) los que nos han traído a la crisis. Así que les agradeceré a los "mercados" que no nos sermoneen sobre quién sabe y quién no sabe gestionar temas económicos mundiales.
Yo tengo clara la elección si es entre democracia y "mercados". Siempre elegiré la democracia primero. Precisamente porque estamos en este sistema político. Ningún país europeo, que sepamos, se autodenomina plutocracia. Por lo tanto, aquí no mandan los "mercados". Ni siquiera mandan los ciudadanos más ricos. Manda el pueblo soberano.
¿Puede que caigamos al abismo? Quizá. En cualquier caso, es imposible hacerlo peor de lo que ya han demostrado esos "mercados". Y tal vez nos encontremos con la sorpresa de que el pueblo tiene sentido común y sabe votar lo que le conviene; igual hasta tiene soluciones para estos problemas creados por los "mercados". Así que mejor que las decisiones las adopte la mayoría y no esas invisibles entidades que parecen controlarlo todo, aunque sin preguntar nada.