08 noviembre 2007

Estudio sobre los diplomáticos


¡Saludos!

Como ya adelanté, aquí va la primera entrega sobre diplomáticos, funcionarios consulares y sus respectivas facultades.

Para no hacerlo muy denso, separaré ambas figuras. Empiezo por los diplomáticos.

HISTORIA Y CONCEPTOS BÁSICOS

Los Embajadores (y los diplomáticos en general) son una creación relativamente reciente. Aunque podríamos remontarnos a la Edad Media, generalmente se considera que los primeros diplomáticos como los de hoy día surgieron sobre todo tras la Paz de Westfalia, en una fecha tan "cercana" como 1.648 (aunque, en honor a la verdad, la República de Venecia ya los venía usando desde el Renacimiento).

Antes de eso, los diplomáticos eran agentes que viajaban a otro país para negociar tratados, hacer peticiones, etcétera, y que luego volvían a su casa cuando su trabajo había terminado. Es decir, no eran permanentes. Tras la Paz de Westfalia, lo que empezó a haber fue un cuerpo de diplomáticos que vivían todo el tiempo en el país extranjero, y no sólo cuando tuvieran que hacer negociaciones. Eso hizo que se convirtieran en expertos en la región y que, por lo tanto, pudieran defender mejor los intereses de su país.

Técnicamente, el país de origen del diplomático se llama "Estado que envía" (o "Estado acreditante", porque emite unos papeles que "acreditan" al diplomático), y el país extranjero donde el diplomático hace su trabajo se llama "Estado receptor".

A veces, sin embargo, puede darse el caso de que el diplomático esté acreditado en más de un país extranjero. Esto pasa porque pocos Estados tienen suficientes diplomáticos para tener Embajadores en todos los países con los que mantienen relaciones. Entonces, lo que hacen es coger a uno de sus Embajadores y darle permiso para trabajar en más de un país extranjero. Pero para hacer esto deben tener el permiso de todos los países receptores.

FACULTADES Y OBLIGACIONES

Cualquier miembro del Cuerpo Diplomático de un país es importante, porque este Cuerpo lleva a cabo una de las tareas más valiosas dentro del mundo de las relaciones internacionales. El derecho internacional reconoce esto. Por ejemplo, le da a los miembros del Cuerpo Diplomático una serie de poderes que veremos más abajo (por ejemplo, la famosa "valija diplomática", cuyo contenido no puede ser espiado por ninguna autoridad del Estado extranjero).

Pero, en el fondo, el derecho internacional no se preocupa tanto por el diplomático (o por el funcionario consular, que tiene poderes parecidos). El diplomático en sí, hablando en plata, no le dice ni fu ni fa. Lo que el derecho internacional quiere proteger es el hecho de las relaciones diplomáticas. Como éstas son llevadas a cabo por personas, pues protege a las personas que hacen este trabajo.

Dicho de forma técnica, el derecho internacional otorga estos poderes a lo que se llama la "Misión Diplomática". Es decir, el conjunto de personas e instalaciones que utilizan los países para llevar a cabo las relaciones diplomáticas.

Para aclararnos, si el derecho internacional no diera estos poderes a los diplomáticos, su trabajo podría ser más difícil. Si en la valija diplomática estuvieran las recomendaciones del Embajador a su país sobre cómo negociar un tratado, y el otro país las leyera sin permiso, estaría "haciendo trampas" en las negociaciones. Si no estuviera prohibido detener a los familiares de los diplomáticos, los Estados receptores podrían arrestar injustamente a algún pariente para hacer presión. Y así sucesivamente.

Con estas facultades especiales, pues, el derecho internacional se asegura de que todos los países tengan unas relaciones un poquito más civilizadas y tranquilas.

Ahora el meollo de la cuestión: ¿Cuáles son estas facultades de los diplomáticos?

Para empezar, los diplomáticos son lo que se llama "inviolables". Esto quiere decir que no se les puede detener o arrestar bajo ningún concepto. Además, no se puede entrar en su casa sin su permiso, aunque se forme parte de la policía del Estado receptor. Tampoco se puede leer sus cartas o revisar sus documentos.

A grandes rasgos, no se les puede juzgar en el país extranjero. Tampoco tienen que pagar la mayoría de impuestos, ni cuotas de la Seguridad Social. Y, lo que es más importante, todos estos privilegios afectan tanto al diplomático como a su familia.

Por si esto fuera poco, los locales de la Misión Diplomática también tienen una serie de privilegios. Las autoridades no pueden entrar en los mismos sin el permiso del Jefe de Misión. Además, deben protegerlos para que nadie les cause daños. No se puede leer ninguno de los documentos que haya en la sede diplomática. Y se debe respetar el secreto de sus comunicaciones (de hecho, muchas veces se da permiso hasta para instalar emisoras de radio con las que comunicar con el Estado acreditante; normalmente, emiten en código).

Y naturalmente, está la valija diplomática: Un correo que se usa para enviar documentos diplomáticos al país acreditante, y que no se puede abrir o examinar bajo ningún concepto.

Hay otras facultades, pero éstas son las más importantes.

Por cierto, podríamos preguntarnos qué pasa con las facultades de los diplomáticos en caso de conflicto armado.

Bueno, por un lado está lo que dice la ley internacional, y por el otro lo que pasa en realidad.

Según la ley internacional, las potestades de los diplomáticos y los locales de la misión siguen siendo válidas aunque los dos países estén en guerra. Hasta tal punto, que el Estado receptor está obligado a facilitar la salida de los diplomáticos y sus familias (protegiéndolos si hace falta). Igualmente, mientras dure el conflicto, sigue sin poderse entrar en la Misión Diplomática, o espiar los papeles que hayan podido quedar ahí.

Como es lógico, en la realidad puede no hacerse caso a todo esto. Las Embajadas a veces son dañadas "accidentalmente" y los documentos pueden ser vistos por quien no toca. Pero tampoco hay mucho problema sobre esto, porque cuando los países ven que sus relaciones se deterioran y que va a haber una guerra entre ellos, normalmente vacían de documentos importantes sus Embajadas y se encargan de trasladar al personal de vuelta a su país. Una guerra, de hecho, puede ir precedida por la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países. Se cierra las respectivas Embajadas, y santas pascuas. Así no hace falta que ninguno de los dos proteja nada.

A cambio de todas estas prerrogativas, los diplomáticos tienen dos límites. Por un lado, deben respetar, como es lógico, las leyes del Estado receptor. Por el otro, tienen la obligación de no inmiscuirse en los asuntos internos de dicho Estado. Son observadores y negociadores, no políticos.

MISIONES DE LOS DIPLOMÁTICOS

Tal y como aparecen recogidas hoy día en el derecho internacional, son cinco.

a) Representar al Estado acreditante. Es decir, ser la voz del propio país en el extranjero.

b) Proteger en el Estado receptor los intereses del Estado acreditante. Se entiende que ha de hacer esto de forma legítima. No vale cometer delitos para conseguir este objetivo.

c) Negociar con el Estado receptor, en cualquier tema que sea necesario. No sólo en tratados internacionales, sino en cualquier disputa o conflicto que pueda surgir.

d) Informarse de la situación en el Estado receptor y comunicarlo al Estado acreditante. Aquí hay que hacer una puntualización: Se trata de informarse a través de medios lícitos. Aunque está muy extendida la imagen del diplomático como una especie de espía, esto está totalmente prohibido por el derecho internacional.

e) Fomentar las relaciones amistosas entre ambos países.

De momento ya hay suficiente.

En la próxima entrega, los funcionarios consulares.

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5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¿Y esto realmente sirve para jugar a Diplomacia? ¿Y qué narices haces tú en las Baleares? ¿Y quién dijo que nos harían hombres de verdad en los Maristas? ;)

11/20/2007 8:22 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¡Saludos!

Te he contestado en el espacio personal de Ulises.

¡Un abrazo y bienvenido a DTuC! ;)

11/22/2007 9:32 a. m.  
Blogger O Lobo said...

Hola meu!!!.

Suelo leer el blog de vez en cuando, y como siempre, es muy instructivo.

Después del follón con Chaves la semana pasada digo yo... ¿no ha sido una cagada diplomática del más alto nivel la del rey?. ¿Cómo narices una figura como la del monarca de españa (puesto por un dictador) hace eso?. ¿Cómo lo calificarías tú?.

Un abrazo!!

11/26/2007 2:53 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¡Saludos y gracias por las visitas ;) !

Te respondo con un texto que puse en su día en todovamal.com :

"Yo creo que la actitud del Rey estuvo fuera de lugar. Es un símbolo constitucional, que representa a todas las instituciones del Estado. Ostenta la máxima representación en materias tan importantes como las relaciones exteriores o las fuerzas armadas (aunque, maticemos, lo hace siempre refrendado por algún miembro del Gobierno, si no, no puede hacer nada).

En mi opinión, el Rey olvidó que es un símbolo. Tiene importantes prerrogativas (entre ellas, el descomunal presupuesto de la Casa Real). Pero esas prerrogativas vienen con una serie de obligaciones. La más importante es saber que es un símbolo, y saber comportarse como un símbolo.

Ello, lamentablemente, le obliga a estar por encima de los cabreos personales que pueda tener.

Y si el Rey no sabe comportarse como símbolo, quiere decir que no sabe hacer su trabajo. Y si no sabe hacer su trabajo, podemos incluso plantearnos para qué le pagamos.

¿Chavez actuaba mal? Seguramente. Pero el Rey no tiene derecho a cogerse pataletas de este tipo. Como símbolo, tiene que ser capaz de morderse la lengua. En su caso, ya hablará el Presidente del Gobierno (que, al no tener este carácter simbólico, sí que puede cabrearse). O el Ministro de Exteriores. O habrá las repercusiones diplomáticas que el Gobierno estime oportunas.

Pero soltar exabruptos es muy poco regio. Aunque se tenga razón.

Por cierto, es precisamente por su carácter de símbolo que ahora están juzgando a unos jóvenes por quemar la foto del Rey. Si es un símbolo para esto, lo ha de ser para todo".

Conste que me considero juancarlista. Pero lo cortés no quita lo valiente. En este caso concreto, el Rey se equivocó en las formas.

Un abrazo.

11/27/2007 9:21 a. m.  
Blogger O Lobo said...

Juas!!, pedazo de texto!!!. Que bueno meu.

Y ono me considero juancarlista; pero hasta elmomento, creía que realmente, como diplomático estaba desempeñando unas funciones correctas. Pero aquí ha patinado mucho. Yo creo que hay que estar medio dormido, o medio beodo para cometer una falta así. Sino, no me puedo imaginar cómo un símbolo como el rey, puede hacer algo así. Es que no me lo explico. Por mucho cabreo que pudiera tener.

Un saludo meu!.

11/27/2007 6:10 p. m.  

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