09 octubre 2006

Los problemas de la inmigración ilegal

En los últimos meses hemos podido ver cómo se ha ido incrementando el número de pateras y cayucos que llegan a nuestro país en un goteo constante. Esto sin duda ha generado problemas, sobre todo vinculados a la dificultad de repatriar a los inmigrantes a su lugar de origen.

No parece que a corto plazo esta tendencia vaya a disminuir, sino todo lo contrario. Los nacionales de países subsaharianos que intentarán la travesía hacia España en los próximos meses, sin duda serán más que en el periodo equivalente del año pasado.

Lo primero que podemos preguntarnos es si esta situación es positiva o negativa. Desde los sectores conservadores se nos dice que más inmigrantes ilegales suponen un aumento de la delincuencia, y que ocupan trabajos y recursos públicos (sanidad, educación,...) que deberían corresponder a la ciudadanía española. Además, nos dicen que creamos un problema a toda la Unión Europea, porque cualquier persona que logre establecerse legalmente en España tendrá acceso al llamado “espacio Schengen”, es decir, que podrá circular y trabajar libremente por casi cualquier país de Europa.

Los teóricos más progresistas, en cambio, dicen que no se debe criminalizar a todos los inmigrantes en conjunto. Que los trabajos que estos inmigrantes ocupan son aquellos que los españoles rechazamos. Y que hay que tener en cuenta la demografía: Dado que en España no se alcanza la llamada “tasa de reposición” (es decir, que las mujeres españolas tengan, de media, 2’1 hijos), nuestra población se está envejeciendo a pasos agigantados. Necesitamos gente joven que pueda refrescar nuestra pirámide de población, y los inmigrantes son la mejor baza para este fin.

A pesar de esto, vamos a hacer una suposición: Vamos a partir de la idea de que la inmigración ilegal es un problema que debe ser solucionado (y no una oportunidad de enriquecimiento).

Lo que tendríamos que hacer entonces es plantearnos de qué manera solucionarlo. ¿Cómo evitar que vengan cayucos sin parar a nuestras costas?

Hemos probado endureciendo la política de inmigración. Hemos probado aumentando las patrullas en el estrecho. Hemos probado con barreras en Ceuta y Melilla. Hemos probado pidiendo ayuda a la UE. Incluso nos hemos planteado mandar a la Armada a vigilar.

Pero los inmigrantes ilegales siguen llegando. ¿Es que no hay manera de parar esto?

Como siempre, a mi entender el error está en atacar el síntoma del problema, y no el problema en sí.

En los cayucos hay personas. Cientos de personas que se endeudan casi de por vida para pagar su viaje, que se arriesgan a una travesía llena de peligros donde muchos acaban falleciendo. Hombres, niños,... Incluso mujeres embarazadas o con bebés de meses.

¿Qué es lo que puede impulsar a esta gente a tomar semejante decisión? ¿Qué hace que una madre monte con su hijo recién nacido en una frágil barquichuela, en un viaje del que no sabe si saldrá?

Sólo hay una palabra para responder a estas preguntas: Desesperación.

Desesperación porque en tu tierra tienes todavía menos posibilidades que en ese “El Dorado” europeo, por mucho que te juegues la vida. Desesperación porque el cambio sólo puede ser para bien.

Nadie abandona su tierra, su vida, su familia, sus raíces, porque sí. Y los españoles deberíamos ser los primeros en saber esto.

Si te marchas a otro país en estas condiciones, es porque en el tuyo no te quedan más opciones que eso o morir. ¿De verdad esperamos que una patrulla de la Armada asuste a los inmigrantes ilegales?

Cuando no tienes nada que perder, nada te puede detener.

Incluso aunque decidiéramos empezar a disparar indiscriminadamente contra los inmigrantes, incluso aunque decidiéramos convertirnos en una nueva variante del nazismo, los cayucos seguirían llegando. Porque la remota posibilidad de Europa todavía sería para los inmigrantes mejor que la certeza de sus países de origen.

La moraleja es que el trabajo no está en España, sino al sur del Sahara. NADA de lo que hagamos en nuestras fronteras detendrá el flujo de inmigrantes. Nada.

Si queremos que dejen de venir, lo que tenemos que hacer es que no necesiten venir para sobrevivir. Que no estén desesperados.

Cambiemos la situación en sus lugares de origen, hagamos que tengan alimentos, sanidad, justicia,... Mejoremos sus países y no sentirán la necesidad de venir al nuestro.

Todo lo demas, será dinero desperdiciado.

(Lo que, por cierto, les vendría bien saber a los EEUU, antes de que empiecen su colosal Muro de México).

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Buenas!

A ver, parece una buena idea atacar el problema de raiz, en vez del síntoma del problema. Podriamos destinar muchos de nuestros recursos a potenciar el crecimiento de los paises pobres. Seria bueno darles mucho dinero, condonar sus deudas, regalarles nuestra tecnologia... Y después nos ponemos un abrigo rojo de lana, un estúpido gorro, una barba blanca y empezamos a cantar "HO-HO-HO".

Por que claro, igual no hemos caido en la cuenta de que en la mayoria de esos paises gobiernan regímenes autoritarios y dictatoriales en los que las riquezas se reparten asi: 99% para el dictador, 1% para el pueblo. ¿Ahora desde el sector más liberal se pretende que me crea que todos los recursos que les demos serán usados en beneficio del pueblo? Venga... Seamos realistas, la raíz del problema no se ataca destinando recursos, sino derrocando dictadores (y por favor, obviar el hecho de que los hayan puesto gobiernos occidentales. Hemos quedado en buscar soluciones, no en señalar con el dedo ;). Derrocar al tirano rey de Marruecos y éste país prosperará. Derrocar al perturbado mental del dictador nor-coreano (destina el 90% del presupuesto de su país al ejército mientras su pueblo muere de hambre) y salvaremos muchas vidas.

Y para terminar, os emplazo a leer mi teoría de "cada pueblo tiene el gobernante que se merece" expuesta en mi comentario anterior. Resumiendo: cuando no tienes libertad, tienes la obligación de luchar por ella (por que como decias, Fabián, cuando no tienes nada, no tienes nada que perder).

Espero vuestras opiniones. Un saludo!

10/10/2006 3:21 p. m.  
Blogger maelarrias said...

Buen artículo, al menos propone una solución. Acá en Latinoamérica no logramos entender esto que está de moda de la Ley antiinmigrantes dado que no vivimos día tras día con los problemas que pueden generar la inmigración, especialmente la ilegal.

Nos quejamos hasta la histeria de que recibimos en estas tierras a millones de inmigrantes, particularmente en Venezuela hay millones de italianos, españoles, portugueses, sirios y chinos, más o menos en ese orden, y todos llegaron con algo en la genética que los hizo aparentemente afanados por el trabajo y con visión de negocios, pero somos incapaces de ver el problema del otro por que sencillamente no es nuestra realidad.

Saludos cordiales desde Venezuela

Que viva la roja...

7/01/2008 10:15 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

De eso se trata, de ver la realidad del otro. A ver si vamos consiguiéndolo.

Gracias por la visita, y bienvenido a DTuC. ;)

7/02/2008 8:36 a. m.  

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